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.Jane transmite y las ciruelas deifican.Lagramática es algo más que una lata.Es un bastón para poner de pie a las ideasy hacer que caminen.Además, ¿a que a Hemingway le fueron bien las frasessimples? El muy cabrón era un genio, hasta cuando agarraba turcas de órdago.Si quieres repasar la gramática, ve a una librería de segunda mano ybusca un buen manual, como Warriner s English Grammar and Composition,el libro que nos llevamos casi todos a casa para forrarlo con papel de estrazacuando hacíamos bachillerato.Creo que te aliviará descubrir que casi todo loque hace falta está resumido en las guardas del principio y el final.3A pesar de la brevedad de su manual de estilo, William Strunk encontróespacio para exponer sus fobias personales en cuestión de gramática y usoslingüísticos.Odiaba, por ejemplo, la expresión «cuerpo de alumnos»; insistíaen que «alumnado» era más claro y no tenía las connotaciones truculentas quele veía a aquélla.Tacha de pretencioso al verbo «personalizar».(Strunksugiere «hacerse un membrete» como sustituto de «personalizar el papel decartas».) También odiaba las expresiones como «el hecho de que» o «por elestilo de».Yo también tengo mis antipatías.Opino, por ejemplo, que habría queponer de cara a la pared a cualquier persona que empleara la expresión «quélegal», y que los usuarios de otras mucho más aborrecibles, como «en aquelpreciso instante» o «al final del día», se merecen acostarse sin cenar (o sinpapel para escribir).Tengo dos manías predilectas relacionadas con laescritura al nivel más básico, y no quiero cambiar de tema sin desahogarme.Los verbos pueden conjugarse en dos voces, activa y pasiva.El sujetode una frase con el verbo en voz activa hace algo, mientras que al de una frasecon el verbo en voz pasiva le están haciendo algo.El sujeto no interviene.Terecomiendo evitar la voz pasiva.Y no soy el único en decirlo.The Elements ofStyIe contiene el mismo consejo.77Los señores Strunk y White no formulan ninguna hipótesis sobre laafición de muchos escritores a la voz pasiva, pero yo me atrevo.Me pareceque es una afición propia de escritores tímidos, igual que los enamoradostímidos tienen predilección por las parejas pasivas.La voz pasiva no entrañapeligro.No obliga a enfrentarse con ninguna acción problemática.Basta conque el sujeto cierre los ojos y piense en Inglaterra, parafraseando a la reinaVictoria.Creo, además, que los escritores inseguros también tienen lasensación de que la voz pasiva confiere autoridad a lo que escriben, y puedeque hasta cierta majestuosidad.Supongo que es verdad, al menos en la medidaen que puedan parecer majestuosos los manuales de instrucciones y losescritos jurídicos.Escribe el tímido: «La reunión ha sido programada para las siete.» Escomo si le dijera una vocecita: «Dilo así y la gente se creerá que sabes algo.»¡Abajo con la vocecita traidora! ¡Levanta los hombros, yergue la cabeza ytoma las riendas de la reunión! «La reunión es a las siete.» Y punto.¡Ya está!¿A que sienta mejor?Tampoco propongo suprimir del todo la voz pasiva.Supongamos, porejemplo, que se muere alguien en la cocina, pero que acaba en otra habitación.Una manera digna de explicarlo es «El cadáver fue trasladado de la cocina ydepositado en el sofá del salón.», aunque confieso que el «fue trasladado» y el«fue depositado» siguen poniéndome los pelos de punta.Los acepto, pero nolos aplaudo.Preferiría «Freddie y Myra sacaron el cadáver de la cocina y lodepositaron en el sofá del salón».Además, ¿por qué tiene que ser el cadáver elsujeto de la frase? ¡Coño, si está muerto! Bueno, da igual.Dos páginas seguidas de voz pasiva (las que hay en casi cualquier textocomercial, y en kilos y kilos de narrativa barata) me dan ganas de gritar.Queda fofo, demasiado indirecto, y a.menudo enrevesado.«El primer besosiempre será recordado por mi memoria como el inicio de mi idilio conShayna.» ¿Qué tal? Un bodrio, ¿no? Hay maneras más sencillas de expresar lamisma idea, y con más ternura y más fuerza.Por ejemplo así: «Mi idilio conShayna empezó con el primer beso.No lo olvidaré.» No es que me encante,por el doble «con», pero al menos nos hemos desmarcado de la voz pasivamaldita.También te habrás fijado en que, partida en dos ideas, la idea original esmucho más fácil de entender.Es una manera de facilitarle las cosas al lector, ysiempre hay que pensar primero en el lector; sin él sólo eres una voz que pegarollos sin que la oiga nadie.Tampoco creas que es tan fácil estar al otro lado,el de la recepción, «Will Strunk ha visto que el lector casi siempre tienegraves dificultades dice E.B.White en su introducción a The Elements ofStyle que está como en arenas movedizas, y que cualquier persona que78escriba en inglés tiene el deber de secar la ciénaga con la mayor celeridad yponer al lector en tierra firme, como mínimo echarle un cabo.» Dicho queda.El otro consejo pendiente antes de progresar hacia el segundo nivel dela caja de herramientas es el siguiente: desconfía del adverbio.Recordarás, por las clases de lengua, que el adverbio es una palabra quemodifica un verbo, adjetivo u otro adverbio.Son las que acaban en -mente.Ocurre con los adverbios como con la voz pasiva, que parecen hechos a lamedida del escritor tímido.Cuando un escritor emplea la voz pasiva, éstasuele expresar miedo a no ser tomado en serio.Es la voz de los niños que sepintan bigote con betún, y de las niñas que intentan caminar con los tacones demamá.Mediante los adverbios, lo habitual es que el escritor nos diga que tienemiedo de no expresarse con claridad y de no transmitir el argumento o imagenque tenía en la cabeza.Examinemos la frase «cerró firmemente la puerta» [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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.Jane transmite y las ciruelas deifican.Lagramática es algo más que una lata.Es un bastón para poner de pie a las ideasy hacer que caminen.Además, ¿a que a Hemingway le fueron bien las frasessimples? El muy cabrón era un genio, hasta cuando agarraba turcas de órdago.Si quieres repasar la gramática, ve a una librería de segunda mano ybusca un buen manual, como Warriner s English Grammar and Composition,el libro que nos llevamos casi todos a casa para forrarlo con papel de estrazacuando hacíamos bachillerato.Creo que te aliviará descubrir que casi todo loque hace falta está resumido en las guardas del principio y el final.3A pesar de la brevedad de su manual de estilo, William Strunk encontróespacio para exponer sus fobias personales en cuestión de gramática y usoslingüísticos.Odiaba, por ejemplo, la expresión «cuerpo de alumnos»; insistíaen que «alumnado» era más claro y no tenía las connotaciones truculentas quele veía a aquélla.Tacha de pretencioso al verbo «personalizar».(Strunksugiere «hacerse un membrete» como sustituto de «personalizar el papel decartas».) También odiaba las expresiones como «el hecho de que» o «por elestilo de».Yo también tengo mis antipatías.Opino, por ejemplo, que habría queponer de cara a la pared a cualquier persona que empleara la expresión «quélegal», y que los usuarios de otras mucho más aborrecibles, como «en aquelpreciso instante» o «al final del día», se merecen acostarse sin cenar (o sinpapel para escribir).Tengo dos manías predilectas relacionadas con laescritura al nivel más básico, y no quiero cambiar de tema sin desahogarme.Los verbos pueden conjugarse en dos voces, activa y pasiva.El sujetode una frase con el verbo en voz activa hace algo, mientras que al de una frasecon el verbo en voz pasiva le están haciendo algo.El sujeto no interviene.Terecomiendo evitar la voz pasiva.Y no soy el único en decirlo.The Elements ofStyIe contiene el mismo consejo.77Los señores Strunk y White no formulan ninguna hipótesis sobre laafición de muchos escritores a la voz pasiva, pero yo me atrevo.Me pareceque es una afición propia de escritores tímidos, igual que los enamoradostímidos tienen predilección por las parejas pasivas.La voz pasiva no entrañapeligro.No obliga a enfrentarse con ninguna acción problemática.Basta conque el sujeto cierre los ojos y piense en Inglaterra, parafraseando a la reinaVictoria.Creo, además, que los escritores inseguros también tienen lasensación de que la voz pasiva confiere autoridad a lo que escriben, y puedeque hasta cierta majestuosidad.Supongo que es verdad, al menos en la medidaen que puedan parecer majestuosos los manuales de instrucciones y losescritos jurídicos.Escribe el tímido: «La reunión ha sido programada para las siete.» Escomo si le dijera una vocecita: «Dilo así y la gente se creerá que sabes algo.»¡Abajo con la vocecita traidora! ¡Levanta los hombros, yergue la cabeza ytoma las riendas de la reunión! «La reunión es a las siete.» Y punto.¡Ya está!¿A que sienta mejor?Tampoco propongo suprimir del todo la voz pasiva.Supongamos, porejemplo, que se muere alguien en la cocina, pero que acaba en otra habitación.Una manera digna de explicarlo es «El cadáver fue trasladado de la cocina ydepositado en el sofá del salón.», aunque confieso que el «fue trasladado» y el«fue depositado» siguen poniéndome los pelos de punta.Los acepto, pero nolos aplaudo.Preferiría «Freddie y Myra sacaron el cadáver de la cocina y lodepositaron en el sofá del salón».Además, ¿por qué tiene que ser el cadáver elsujeto de la frase? ¡Coño, si está muerto! Bueno, da igual.Dos páginas seguidas de voz pasiva (las que hay en casi cualquier textocomercial, y en kilos y kilos de narrativa barata) me dan ganas de gritar.Queda fofo, demasiado indirecto, y a.menudo enrevesado.«El primer besosiempre será recordado por mi memoria como el inicio de mi idilio conShayna.» ¿Qué tal? Un bodrio, ¿no? Hay maneras más sencillas de expresar lamisma idea, y con más ternura y más fuerza.Por ejemplo así: «Mi idilio conShayna empezó con el primer beso.No lo olvidaré.» No es que me encante,por el doble «con», pero al menos nos hemos desmarcado de la voz pasivamaldita.También te habrás fijado en que, partida en dos ideas, la idea original esmucho más fácil de entender.Es una manera de facilitarle las cosas al lector, ysiempre hay que pensar primero en el lector; sin él sólo eres una voz que pegarollos sin que la oiga nadie.Tampoco creas que es tan fácil estar al otro lado,el de la recepción, «Will Strunk ha visto que el lector casi siempre tienegraves dificultades dice E.B.White en su introducción a The Elements ofStyle que está como en arenas movedizas, y que cualquier persona que78escriba en inglés tiene el deber de secar la ciénaga con la mayor celeridad yponer al lector en tierra firme, como mínimo echarle un cabo.» Dicho queda.El otro consejo pendiente antes de progresar hacia el segundo nivel dela caja de herramientas es el siguiente: desconfía del adverbio.Recordarás, por las clases de lengua, que el adverbio es una palabra quemodifica un verbo, adjetivo u otro adverbio.Son las que acaban en -mente.Ocurre con los adverbios como con la voz pasiva, que parecen hechos a lamedida del escritor tímido.Cuando un escritor emplea la voz pasiva, éstasuele expresar miedo a no ser tomado en serio.Es la voz de los niños que sepintan bigote con betún, y de las niñas que intentan caminar con los tacones demamá.Mediante los adverbios, lo habitual es que el escritor nos diga que tienemiedo de no expresarse con claridad y de no transmitir el argumento o imagenque tenía en la cabeza.Examinemos la frase «cerró firmemente la puerta» [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]