[ Pobierz całość w formacie PDF ]
.Y no dejaron dereírse del deseo de Sanchica, y más cuando Teresa dijo:-Señor cura, eche cata por ahí si hay alguien que vaya a Madrid, o a Toledo,para que me compre un verdugado redondo, hecho y derecho, y sea al uso y de losmejores que hubiere; que en verdad en verdad que tengo de honrar el gobierno demi marido en cuanto yo pudiere, y aun que si me enojo, me tengo de ir a esacorte, y echar un coche, como todas; que la que tiene marido gobernador muy bienle puede traer y sustentar.-Y ¡cómo, madre! -dijo Sanchica-.Pluguiese a Dios que fuese antes hoy quemañana, aunque dijesen los que me viesen ir sentada con mi señora madre en aquelcoche: ''¡Mirad la tal por cual, hija del harto de ajos, y cómo va sentada ytendida en el coche, como si fuera una papesa!'' Pero pisen ellos los lodos, yándeme yo en mi coche, levantados los pies del suelo.¡Mal año y mal mes paracuantos murmuradores hay en el mundo, y ándeme yo caliente, y ríase la gente!¿Digo bien, madre mía?-Y ¡cómo que dices bien, hija! -respondió Teresa-.Y todas estas venturas, y aunmayores, me las tiene profetizadas mi buen Sancho, y verás tú, hija, cómo nopara hasta hacerme condesa: que todo es comenzar a ser venturosas; y, como yo heoído decir muchas veces a tu buen padre, que así como lo es tuyo lo es de losrefranes, cuando te dieren la vaquilla, corre con soguilla: cuando te dieren ungobierno, cógele; cuando te dieren un condado, agárrale, y cuando te hicierentus, tus, con alguna buena dádiva, envásala.¡No, sino dormíos, y no respondáisa las venturas y buenas dichas que están llamando a la puerta de vuestra casa!510 -Y ¿qué se me da a mí -añadió Sanchica- que diga el que quisiere cuando me veaentonada y fantasiosa: "Viose el perro en bragas de cerro.", y lo demás?Oyendo lo cual el cura, dijo:-Yo no puedo creer sino que todos los deste linaje de los Panzas nacieron cadauno con un costal de refranes en el cuerpo: ninguno dellos he visto que no losderrame a todas horas y en todas las pláticas que tienen.-Así es la verdad -dijo el paje-, que el señor gobernador Sancho a cada paso losdice, y, aunque muchos no vienen a propósito, todavía dan gusto, y mi señora laduquesa y el duque los celebran mucho.-¿Que todavía se afirma vuestra merced, señor mío -dijo el bachiller-, serverdad esto del gobierno de Sancho, y de que hay duquesa en el mundo que leenvíe presentes y le escriba? Porque nosotros, aunque tocamos los presentes yhemos leído las cartas, no lo creemos, y pensamos que ésta es una de las cosasde don Quijote, nuestro compatrioto, que todas piensa que son hechas porencantamento; y así, estoy por decir que quiero tocar y palpar a vuestra merced,por ver si es embajador fantástico o hombre de carne y hueso.-Señores, yo no sé más de mí -respondió el paje- sino que soy embajadorverdadero, y que el señor Sancho Panza es gobernador efectivo, y que mis señoresduque y duquesa pueden dar, y han dado, el tal gobierno; y que he oído decir queen él se porta valentísimamente el tal Sancho Panza; si en esto hay encantamentoo no, vuestras mercedes lo disputen allá entre ellos, que yo no sé otra cosa,para el juramento que hago, que es por vida de mis padres, que los tengo vivos ylos amo y los quiero mucho.-Bien podrá ello ser así -replicó el bachiller-, pero dubitat Augustinus.-Dude quien dudare -respondió el paje-, la verdad es la que he dicho, y esta queha de andar siempre sobre la mentira,como el aceite sobre el agua; y si no,operibus credite, et non verbis: véngase alguno de vuesas mercedes conmigo, yverán con los ojos lo que no creen por los oídos.-Esa ida a mí toca -dijo Sanchica-: lléveme vuestra merced, señor, a las ancasde su rocín, que yo iré de muy buena gana a ver a mi señor padre.-Las hijas de los gobernadores no han de ir solas por los caminos, sinoacompañadas de carrozas y literas y de gran número de sirvientes.-Par Dios -respondió Sancha-, tan bién me vaya yo sobre una pollina como sobreun coche.¡Hallado la habéis la melindrosa!-Calla, mochacha -dijo Teresa-, que no sabes lo que te dices, y este señor estáen lo cierto: que tal el tiempo, tal el tiento; cuando Sancho, Sancha, y cuandogobernador, señora, y no sé si diga algo.-Más dice la señora Teresa de lo que piensa -dijo el paje-; y denme de comer ydespáchenme luego, porque pienso volverme esta tarde.A lo que dijo el cura:-Vuestra merced se vendrá a hacer penitencia conmigo, que la señora Teresamás tiene voluntad que alhajas para servir a tan buen huésped.511 Rehusólo el paje; pero, en efecto, lo hubo de conceder por su mejora, y el curale llevó consigo de buena gana, por tener lugar de preguntarle de espacio pordon Quijote y sus hazañas.El bachiller se ofreció de escribir las cartas a Teresa de la respuesta, peroella no quiso que el bachiller se metiese en sus cosas, que le tenía por algoburlón; y así, dio un bollo y dos huevos a un monacillo que sabía escribir, elcual le escribió dos cartas, una para su marido y otra para la duquesa, notadasde su mismo caletre, que no son las peores que en esta grande historia se ponen,como se verá adelante.Capítulo LI.Del progreso del gobierno de Sancho Panza, con otros sucesos talescomo buenosAmaneció el día que se siguió a la noche de la ronda del gobernador, la cual elmaestresala pasó sin dormir, ocupado el pensamiento en el rostro, brío y bellezade la disfrazada doncella; y el mayordomo ocupó lo que della faltaba en escribira sus señores lo que Sancho Panza hacía y decía, tan admirado de sus hechos comode sus dichos: porque andaban mezcladas sus palabras y sus acciones, con asomosdiscretos y tontos.Levantóse, en fin, el señor gobernador, y, por orden del doctor Pedro Recio, lehicieron desayunar con un poco de conserva y cuatro tragos de agua fría, cosaque la trocara Sancho con un pedazo de pan y un racimo de uvas; pero, viendo queaquello era más fuerza que voluntad, pasó por ello, con harto dolor de su alma yfatiga de su estómago, haciéndole creer Pedro Recio que los manjares pocos ydelicados avivaban el ingenio, que era lo que más convenía a las personasconstituidas en mandos y en oficios graves, donde se han de aprovechar no tantode las fuerzas corporales como de las del entendimiento.Con esta sofistería padecía hambre Sancho, y tal, que en su secreto maldecía elgobierno y aun a quien se le había dado; pero, con su hambre y con su conserva,se puso a juzgar aquel día, y lo primero que se le ofreció fue una pregunta queun forastero le hizo, estando presentes a todo el mayordomo y los demásacólitos, que fue:-Señor, un caudaloso río dividía dos términos de un mismo señorío (y estévuestra merced atento, porque el caso es de importancia y algo dificultoso) [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • centka.pev.pl
  •