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.Era muydistinto de la sala de apuestas situada detrás de la es-tación de energía de Anchorhead.-Sus androides -explicó el cantinero con impa-ciencia señalando con un grueso pulgar.Luke miró enla dirección apuntada y vio que Threepio y Artoo per-manecían quietos a poca distancia -.Tendrán que es-perar afuera.Aquí dentro no les servimos.Sólo tengobebida para los orgánicos.-Puso expresión de dis-gusto y concluyó-: No para los mecánicos.A Luke no le agradaba la idea de echar a Threepioy a Artoo, pero no sabía de qué otro modo podía re-solver el problema.El tabernero no parecía un tipodispuesto a razonar fácilmente y cuando buscó con lamirada al viejo Ben, Luke lo vio inmerso en una con-versación con uno de los corelianos.Mientras tanto, la discusión había llamado la aten-ción de varios tipos especialmente horripilantes quehabían aguzado los oídos.Todos observaban a Luke ya los dos androides de un modo decididamente pocoamistoso.-Sí, por supuesto - dijo Luke comprendiendo queno era el momento ni el lugar para plantear la cues-tión de los derechos de los androides-.Lo siento.- Miró a Threepio -.Será mejor que os quedéisafuera con el vehículo.No queremos problemas aquídentro.-Estoy sinceramente de acuerdo con usted, señor-replicó Threepio posando su mirada más allá deLuke y del tabernero hasta los rostros poco amistososde la barra -.De todos modos, en este momento notengo necesidad de lubricación.El robot se dirigió apresuradamente hacia la sali-da con Artoo anadeando detrás.Esto resolvió la cuestión en lo que se refería alcantinero, pero ahora Luke se encontró convertido encentro de una atención que no deseaba.Bruscamentetuvo conciencia de su aislamiento y sintió que todoslos ojos se posaban en él, que las cosas humanas o deotro tipo sonreían afectadamente y hacían comenta-rios sobre su persona.Intentó mantener un aire de serena confianza, vol-vió su mirada hacia el viejo Ben y se sorprendió al vercon quién conversaba ahora el anciano.El corelianohabía desaparecido.En su lugar, Kenobi charlaba conun imponente antropoide que cada vez que sonreíamostraba una boca llena de dientes.Luke había oído hablar de los wookies, pero nuncaesperó ver uno, y menos aún conocerlo.A pesar de surostro casi cómico, el wookie lo era todo menosdelica-do.Sólo los grandes ojos amarillos y brillantes suavi-zaban su horripilante aspecto de mono.El macizo tor-so estaba totalmente cubierto por una piel suave, es-pesa y rojiza.La cobertura menos atrayente consistíaen un par de bandoleras cromadas que albergabanproyectiles letales de un tipo desconocido para Luke.Los wookies apenas llevaban otras cosas.Luke sabía que nadie se reía de la forma de vestirde ese ser.Vio que otros ocupantes del bar se arremo-linaban y giraban en torno a la inmensa forma sinacercarse demasiado.Todos, salvo el viejo Ben.Ben,que conversaba con el wookie en su idioma, que dis-cutía y gritaba suavemente como un nativo.Durante la conversación, el anciano tuvo ocasiónde hacer un gesto en dirección a Luke.En un momen-to, el enorme antropoide miró directamente a Luke yemitió una risa aullante y aterradora.Disgustado por el papel que evidentemente desem-peñaba en la discusión, Luke giró y simuló ignorar laconversación.Tal vez fuera injusto con aquel ser.Perodudaba de que esa risa que hacía temblar la columnavertebral tuviera algo que ver con la camaradería.No podía entender qué quería Ben del monstruo nipor qué perdía el tiempo conversando guturalmentecon él en lugar de hacerlo con los corelianos, ya desa-parecidos.De modo que se sentó y bebió en un esplén-dido silencio, mientras miraba en tomo suyo, con laesperanza de encontrar una respuesta que no fuera be-ligerante.De repente, algo le empujó bruscamente desdeatrás, con tanta fuerza que estuvo a punto de caer.Giró furibundo, pero su furia se convirtió en descon-cierto.Se encontró frente a una enorme monstruosi-dad cuadrada de múltiples ojos y origen indetermi-nado.-¿Nególa dewaghi wooldugger? -barbotó desa-fiante la aparición.Luke nunca había visto un ser semejante; no co-nocía su especie ni su idioma.Los balbuceos podíanser una invitación a pelear, la proposición de compar-tir un trago o una propuesta de matrimonio.A pesarde su ignorancia, Luke supo, por el modo en que lacriatura se meneaba y serpenteaba insegura sobre sussoportes en forma de cápsula, que había bebido dema-siado de lo que consideraba una bebida alcohólicaagradable.Como no sabía qué hacer, Luke intentó volver aocuparse de su copa y a la vez ignorar la presencia delser.Mientras lo hacía, una cosa -un cruce de car-pincho y mandril pequeño - rebotó hasta aposentar-se junto al tembloroso multiojos.También se acercóun humano bajo y mugriento, que rodeó con un abra-zo sociable a la masa gangueante.-No le caes bien - informó a Luke el mugrientohumano, con una voz sorprendentemente grave.-Lo lamento - reconoció Luke y deseó de todocorazón estar en otro sitio.-A mí tampoco me caes bien - prosiguió el hom-brecito sonriente con fraternal repulsión.-Ya he dicho que lo lamento.Fuera por la conversación que sostenía con el sersemejante a un roedor o por el exceso de alcohol, lacasa de apartamentos para globos oculares variablesse alteraba evidentemente.Se inclinó hacia adelante,chocando casi contra Luke, y le lanzó un torrente degalimatías ininteligibles.Luke sintió la mirada de to-dos sobre él a medida que se ponía más nervioso.-«Lo lamento» -le imitó burlonamente el huma-no, que sin duda alguna llevaba bastantes copas enci-ma-.¿Nos estás insultando? Será mejor que tengascuidado.Nos buscan a todos - dijo señalando a suscompañeros borrachos -.Me han condenado a muer-te en doce sistemas distintos.-Entonces tendré cuidado -murmuró Luke.El hombrecillo esbozó una amplia sonrisa.-Morirás.En ese punto, el roedor emitió un ruidoso gruñido.Era una señal o un aviso, ya que todos los humanoso de otro tipo que estaban apoyados en la barra retro-cedieron inmediatamente y despejaron un espacio al-rededor de Luke y sus adversarios.Para intentar salvar la situación, Luke esbozó unadébil sonrisa que desapareció rápidamente cuando vioque los tres preparaban sus armas de mano.No sólole hubiese sido imposible responder al ataque de lostres, sino que no tenía la menor idea de lo que podíasurgir de aquellos artilugios de aspecto mortífero.-El pequeño no vale la pena - dijo una voz sere-na.Luke levantó sorprendido la mirada.No había oídoque Kenobi se acercara-.Vamos, les invito a todosa tomar algo.A modo de respuesta, el monstruo voluminoso bar-botó horriblemente y agitó un imponente miembro.Golpeó al desprevenido Luke en la sien y lo hizo girarpor la sala, chocando contra las mesas y rompiendoun gran jarro lleno de un líquido hediondo.Los reunidos retrocedieron aún más y algunos emi-tieron gruñidos y rugidos de advertencia mientras elmonstruo borracho sacaba una pistola de siniestroaspecto de su bolsa de servicio.Comenzó a esgrimirlaen dirección a Kenobi.Esto movió a actuar al cantinero, que hasta esemomento había permanecido neutral.Salió torpemen-te por un extremo de la barra y agitó frenéticamentelas manos, aunque tuvo el cuidado de permanecer fue-ra del alcance del arma.-¡Nada de desintegradores! ¡Nada de desintegra-dores! ¡En mi casa, no!La cosa roedora barbotó amenazadoramente mien-tras el multiojos que esgrimía el arma le lanzaba ungruñido de advertencia [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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.Era muydistinto de la sala de apuestas situada detrás de la es-tación de energía de Anchorhead.-Sus androides -explicó el cantinero con impa-ciencia señalando con un grueso pulgar.Luke miró enla dirección apuntada y vio que Threepio y Artoo per-manecían quietos a poca distancia -.Tendrán que es-perar afuera.Aquí dentro no les servimos.Sólo tengobebida para los orgánicos.-Puso expresión de dis-gusto y concluyó-: No para los mecánicos.A Luke no le agradaba la idea de echar a Threepioy a Artoo, pero no sabía de qué otro modo podía re-solver el problema.El tabernero no parecía un tipodispuesto a razonar fácilmente y cuando buscó con lamirada al viejo Ben, Luke lo vio inmerso en una con-versación con uno de los corelianos.Mientras tanto, la discusión había llamado la aten-ción de varios tipos especialmente horripilantes quehabían aguzado los oídos.Todos observaban a Luke ya los dos androides de un modo decididamente pocoamistoso.-Sí, por supuesto - dijo Luke comprendiendo queno era el momento ni el lugar para plantear la cues-tión de los derechos de los androides-.Lo siento.- Miró a Threepio -.Será mejor que os quedéisafuera con el vehículo.No queremos problemas aquídentro.-Estoy sinceramente de acuerdo con usted, señor-replicó Threepio posando su mirada más allá deLuke y del tabernero hasta los rostros poco amistososde la barra -.De todos modos, en este momento notengo necesidad de lubricación.El robot se dirigió apresuradamente hacia la sali-da con Artoo anadeando detrás.Esto resolvió la cuestión en lo que se refería alcantinero, pero ahora Luke se encontró convertido encentro de una atención que no deseaba.Bruscamentetuvo conciencia de su aislamiento y sintió que todoslos ojos se posaban en él, que las cosas humanas o deotro tipo sonreían afectadamente y hacían comenta-rios sobre su persona.Intentó mantener un aire de serena confianza, vol-vió su mirada hacia el viejo Ben y se sorprendió al vercon quién conversaba ahora el anciano.El corelianohabía desaparecido.En su lugar, Kenobi charlaba conun imponente antropoide que cada vez que sonreíamostraba una boca llena de dientes.Luke había oído hablar de los wookies, pero nuncaesperó ver uno, y menos aún conocerlo.A pesar de surostro casi cómico, el wookie lo era todo menosdelica-do.Sólo los grandes ojos amarillos y brillantes suavi-zaban su horripilante aspecto de mono.El macizo tor-so estaba totalmente cubierto por una piel suave, es-pesa y rojiza.La cobertura menos atrayente consistíaen un par de bandoleras cromadas que albergabanproyectiles letales de un tipo desconocido para Luke.Los wookies apenas llevaban otras cosas.Luke sabía que nadie se reía de la forma de vestirde ese ser.Vio que otros ocupantes del bar se arremo-linaban y giraban en torno a la inmensa forma sinacercarse demasiado.Todos, salvo el viejo Ben.Ben,que conversaba con el wookie en su idioma, que dis-cutía y gritaba suavemente como un nativo.Durante la conversación, el anciano tuvo ocasiónde hacer un gesto en dirección a Luke.En un momen-to, el enorme antropoide miró directamente a Luke yemitió una risa aullante y aterradora.Disgustado por el papel que evidentemente desem-peñaba en la discusión, Luke giró y simuló ignorar laconversación.Tal vez fuera injusto con aquel ser.Perodudaba de que esa risa que hacía temblar la columnavertebral tuviera algo que ver con la camaradería.No podía entender qué quería Ben del monstruo nipor qué perdía el tiempo conversando guturalmentecon él en lugar de hacerlo con los corelianos, ya desa-parecidos.De modo que se sentó y bebió en un esplén-dido silencio, mientras miraba en tomo suyo, con laesperanza de encontrar una respuesta que no fuera be-ligerante.De repente, algo le empujó bruscamente desdeatrás, con tanta fuerza que estuvo a punto de caer.Giró furibundo, pero su furia se convirtió en descon-cierto.Se encontró frente a una enorme monstruosi-dad cuadrada de múltiples ojos y origen indetermi-nado.-¿Nególa dewaghi wooldugger? -barbotó desa-fiante la aparición.Luke nunca había visto un ser semejante; no co-nocía su especie ni su idioma.Los balbuceos podíanser una invitación a pelear, la proposición de compar-tir un trago o una propuesta de matrimonio.A pesarde su ignorancia, Luke supo, por el modo en que lacriatura se meneaba y serpenteaba insegura sobre sussoportes en forma de cápsula, que había bebido dema-siado de lo que consideraba una bebida alcohólicaagradable.Como no sabía qué hacer, Luke intentó volver aocuparse de su copa y a la vez ignorar la presencia delser.Mientras lo hacía, una cosa -un cruce de car-pincho y mandril pequeño - rebotó hasta aposentar-se junto al tembloroso multiojos.También se acercóun humano bajo y mugriento, que rodeó con un abra-zo sociable a la masa gangueante.-No le caes bien - informó a Luke el mugrientohumano, con una voz sorprendentemente grave.-Lo lamento - reconoció Luke y deseó de todocorazón estar en otro sitio.-A mí tampoco me caes bien - prosiguió el hom-brecito sonriente con fraternal repulsión.-Ya he dicho que lo lamento.Fuera por la conversación que sostenía con el sersemejante a un roedor o por el exceso de alcohol, lacasa de apartamentos para globos oculares variablesse alteraba evidentemente.Se inclinó hacia adelante,chocando casi contra Luke, y le lanzó un torrente degalimatías ininteligibles.Luke sintió la mirada de to-dos sobre él a medida que se ponía más nervioso.-«Lo lamento» -le imitó burlonamente el huma-no, que sin duda alguna llevaba bastantes copas enci-ma-.¿Nos estás insultando? Será mejor que tengascuidado.Nos buscan a todos - dijo señalando a suscompañeros borrachos -.Me han condenado a muer-te en doce sistemas distintos.-Entonces tendré cuidado -murmuró Luke.El hombrecillo esbozó una amplia sonrisa.-Morirás.En ese punto, el roedor emitió un ruidoso gruñido.Era una señal o un aviso, ya que todos los humanoso de otro tipo que estaban apoyados en la barra retro-cedieron inmediatamente y despejaron un espacio al-rededor de Luke y sus adversarios.Para intentar salvar la situación, Luke esbozó unadébil sonrisa que desapareció rápidamente cuando vioque los tres preparaban sus armas de mano.No sólole hubiese sido imposible responder al ataque de lostres, sino que no tenía la menor idea de lo que podíasurgir de aquellos artilugios de aspecto mortífero.-El pequeño no vale la pena - dijo una voz sere-na.Luke levantó sorprendido la mirada.No había oídoque Kenobi se acercara-.Vamos, les invito a todosa tomar algo.A modo de respuesta, el monstruo voluminoso bar-botó horriblemente y agitó un imponente miembro.Golpeó al desprevenido Luke en la sien y lo hizo girarpor la sala, chocando contra las mesas y rompiendoun gran jarro lleno de un líquido hediondo.Los reunidos retrocedieron aún más y algunos emi-tieron gruñidos y rugidos de advertencia mientras elmonstruo borracho sacaba una pistola de siniestroaspecto de su bolsa de servicio.Comenzó a esgrimirlaen dirección a Kenobi.Esto movió a actuar al cantinero, que hasta esemomento había permanecido neutral.Salió torpemen-te por un extremo de la barra y agitó frenéticamentelas manos, aunque tuvo el cuidado de permanecer fue-ra del alcance del arma.-¡Nada de desintegradores! ¡Nada de desintegra-dores! ¡En mi casa, no!La cosa roedora barbotó amenazadoramente mien-tras el multiojos que esgrimía el arma le lanzaba ungruñido de advertencia [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]