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.Al pie de la columna empezó a arremolinarseapresurada y furiosamente el vapor, y la plataforma se cubrió de una capa blanca.Poco a poco disminuyeron las sacudidas hasta desaparecer.El aire extenda el mantode vapor y lo empujaba hacia arriba.Cinco hombres con trajes grises azulados de lana devidrio permanecan de pie agrupados, impotentes ante el amenazador podero de lanaturaleza. Parece que ha aumentado la velocidad de la columna  dijo Will elevando la cabezay entornando los ojos tras la pantalla transparente. Eso lo dirn las mediciones del localizador  dijo Morózov.Bueno, adelante.Y los obstinados hombres se acercaban paso a paso a la columna, empujando pordelante la carretilla con los aparatos y desenrollando el metro de cinta.Las mediciones a la distancia de 200 metros duraron hora y media Tuvieron queesperar a que el gravmetro de pndulo, perturbado por las sacudidas, adquiriese elestado normal.A 150 metros, Morózov ordenó a todos atarse con una cuerda.A 100 metros Jim observó que la pintura del cubo herva y se evaporaba.EntoncesYura le dio un trozo de tiza.A 75 metros Will se sentó retorcindose en la carretilla y lanzó unos gemidos. Qu le pasa, Macpherson?  se oyó la voz preocupada de Morózov.Will nocontestó. Me lo llevar a la lancha  dijo Kravtsov.Es un ataque cardaco. No  se oyó la dbil voz de Will.Ahora pasar. Inmediatamente a la lancha  ordenó Morózov.Kravtsov tomó a Will por debajo delos brazos, lo levantó y se lo llevó hacia la borda.Oa la respiración jadeante de Will y lerepeta continuamente: No se preocupe, viejo amigo, no se preocupe.En la cabina del ascensor le pareció que Will haba perdido el conocimiento.Kravtsovse asustó He veras, se puso a zarandearlo, le quitó el casco y tambin se quitó el suyo.Elascensor se paró, Kravtsov abrió la puerta y gritó: Eh, de la lancha!Dos diligentes marinos japoneses corrieron al muelle y le ayudaron a Kravtsov aquitarle la escafandra de Will.Con un dbil movimiento de la mano, el escocs sealó unpequeo bolsillo por debajo del cinturón de sus pantalones cortos.Kravtsov lo comprendió, sacó del bolsillo un tubito de vidrio y le introdujo en la boca de Will unapildorita blanca. Otra  dijo Will entre estertores.Se lo llevaron a la lancha y lo acostaron en el estrecho banco de la popa.Uno de losmarineros le colocó debajo de la cabeza un chaleco salvavidas de corcho. Llvenlo urgentemente al barco  dijo Kravtsov en ingls al brigada.Mecomprende? S, sir. Dejen al seor Macpherson en manos del mdico y regresen. S, sir.La lancha desatracó y se alejó del muelle.Kravtsov se quedó un poco siguindola conla vista."Will, amigo  pensaba con alarma.Siento mucho apego por usted.Will, ustedno debe.Usted es un hombre fuerte."Sólo entonces se dio cuenta de que el sol ya se inclinaba hacia occidente.Cuntashoras llevaban en la plataforma?.Por el cielo se deslizaban las nubes, compactas,densas, se arrastraban hacia el sol encendindose y despidiendo un fuego anaranjado.El calor sofocante apretaba la garganta como un perro de presa.Kravtsov se puso elcasco y se metió en la cabina del ascensor.Despus, andando lentamente por la cubiertasuperior envuelta por el vapor, experimentó una sensación extraa como si todo aquellono estuviese ocurriendo en la Tierra, sino en un extrao planeta.Se reprendió a s mismopor estos pensamientos absurdos.Se acercó a las figuras azul grisceas, que an estaban haciendo mediciones en lalnea de referencia de 75 metros, y oyó la pregunta que le hizo Morózov, a la cualcontestó que haba enviado a Macpherson al barco.A Morózov le preocupaba algo.El mismo comprobaba las indicaciones de todos losinstrumentos. Un salto brusco  musitó.Vamos adelante.Mantnganse todos juntos.Avanzaron codo con codo empujando por delante la carretilla en la que estaba elrecipiente con el gravmetro de pndulo.Los dems instrumentos los llevaban en lasmanos.Jim iba desenrollando el metro de cinta.No haban avanzado ni quince metros cuando de pronto, la carretilla, sola, empezó adeslizarse por los rieles hacia la columna. Atrs!  la voz de Morózov resonó como un golpe en los odos-La gente retrocedió.La carretilla con el recipiente del gravmetro se deslizaba cada vez con ms rapidez,arrastrada por una fuerza misteriosa.Una nube de vapor se la tragó y, despus, surgió denuevo en un claro.All, donde terminaban los carriles, la carretilla dio un salto, comoefectuado en un trampoln, apareció por un instante como una mancha gris y desaparecióentre los remolinos de vapor. Mrenla!  gritó Chulkov sealando con la manopla.A la altura de unos veinte metros, por entre los remolinos fragmentados de vapor, sevea la columna ascendiendo a la carrera y llevndose el recipiente del gravmetro, y unpoco ms abajo, se le haba pegado la carretilla.Un instante despus, ya habandesaparecido entre las nubes.La gente, pasmada, segua mirando con la cabeza levantada. Abur!  gritó Chulkov sealndola con la manopla.Jim soltó una maldición.Kravtsov sintió un gran cansancio.Como si las piernas fuesen de plomo y laescafandra pesase diez toneladas.En las sienes perciba el repique lento de unosmartillos. Basta por hoy  oyó la voz de Morózov Vamos a la lancha.17  Quiere t?  le preguntó una mujer. No  contestó Will.Estaba acostado en su camarote.Los enjutos brazos con las sobresalientes venasestaban extendidas por encima de la manta azul clara, y las manos cerradas.Su cara,bronceada y plida al mismo tiempo, estaba inmóvil, como la de una esfinge.Lamandbula inferior, cubierta de pelo canoso, sobresala singularmente.Norma Hampton estaba sentada junto al catre de Will y observaba su cara inmóvil. Yo quisiera hacer algo por ti. Llname la pipa. No, Will, eso no.No debes fumar Will calló. Ahora no te duele tanto? Ahora no tanto. Hace tres aos no te quejabas del corazón.Ests extenuado de trabajo [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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